Chabel, viaje a la España de los 80.
Chabel, si no la reina, fue la princesa en muchos hogares de niños y niñas españoles de los 80, pero Feber no se había inventado nada nuevo, pues Chabel era la versión española de “Rika-Chan” de Takara, una muñeca nacida en un Japón al que no acababa de convencer Barbie.
Así pues Rika (o Licca) y también Chabel representaba una franja de edad situada entre la preadolescencia y la adolescencia temprana con una estética mucho más acorde con los gustos japoneses, cara aniñada, grandes ojos de estilo manga con mirada ladeada y, en general, una estética muy inocente, muy “kawai”. No obstante cuando Chabel nació a imagen y semejanza de Rika ésta ya había sufrido varios cambios desde su nacimiento en 1967.
Rika era, en origen, una muñeca inspirada por el shojo manga (manga para chicas), concretamente por el tipo de personajes de la artista Miyako Maki, que a su vez estuvo a cargo de las ilustraciones y de los anuncios de Rika-Chan. Se creó un trasfondo para el personaje y se dejó a la opinión pública de los niños escoger ese nombre.
Y si bien Rika nació después de que Takara intentara aplicar todos los conocimientos adquiridos en la industria juguetera japonesa con Barbie en una casa de muñecas portátil que no fue viable por la falta de espacio en los hogares japoneses, Chabel venía acompañada de grandes playsets que suscitaban muchas quejas por parte de los padres españoles que vivían en apartamentos de espacio limitado. ¿Quién no recuerda la Supervan, la Villa o el Castillo de Cenicienta? Tener varios de ellos era hipotecar bastante espacio en almacenaje o display de juguetes, por eso muchos acababan en las casas de campo a merced de las inclemencias ambientales pero eran una delicia, detallados y con muchísimos accesorios que realmente hacían que la imaginación volara hacia otro lugar.
Chabel (unos 22 cm) era más pequeña que Barbie (unos 29 cm) y venía acompañada por su amigo Danny y por una familia compuesta de padre y madre con sus hermanos mellizos que a su vez tenían un mundo propio con otros tantos playsets. El problema era que estos muñecos llevaban un alma de hierro por dentro de los brazos y las piernas que al oxidarse y con el tiempo reaccionaba dejando manchas verdes en el vinilo, suelen ser propensos a las migraciones de color en los brazos y el plástico de los hombros suele formar rebabas al reaccionar con el vinilo de los brazos por eso es difícil encontrar un ejemplar en condición pristina. Y es que Feber, la empresa valenciana que fabricó Chabel y que vivió su mejor momento a finales de los 80, sí hacía juguetes con mucha calidad y detalle pero a veces solo con el paso del tiempo se pudo ver como reaccionaban esos materiales los unos con los otros.
En definitiva quién no ha cantado alguna vez aquella coletilla final de los anuncios “Chabeel, Chabeel, que bien”, y es que Chabel fue un éxito en España que, sacando lineas más de fantasía como las líneas Star o Cenicienta, era la representación perfecta de la moda y quizás de las circunstancias de la España postfranquista de los 80, la Movida, los vaqueros lavados, los corpiños, los grupos de música como Mecano, incluso esa extraña visión y anhelo de todo lo que era americano... Esa muñeca japonesa se convirtió casi sin querer en un reflejo de aquella España que tanto nos gusta recordar a los que fuimos niños entonces, pues aunque tendría sus cosas malas, nuestros ojos inocentes se quedaron con lo bueno y lo bueno fue Chabel.
by The Barbiest