My Fair Lady


La famosa película de George Cukor llevó a la gran pantalla un exitoso musical de Broadway que se había basado en la obra de teatro Pigmalión.

Julie Andrews había interpretado con gran éxito al personaje principal, Eliza Doolittle, en el teatro pero las circunstancias y el hecho de que Julie no era tan reconocida en aquel entonces hicieron que el papel de la película fuera para Audrey Hepburn, maravillosa actriz pero que no cantaba por lo que tuvieron que echar mano de la voz de Marni Nixon para las partes cantadas. Paradójicamente fue Julie quien se llevaría el Oscar a la mejor actriz en 1965 por Mary Poppins, no obstante My Fair Lady se llevó varias estatuillas aquel año, entre otras, mejor actor, mejor dirección, mejor banda sonora, mejor película y cómo no, mejor diseño de producción y mejor diseño de vestuario a cargo de Cecil Beaton.

Y es que Cecil Beaton era como una especie de Da Vinci del siglo XX pero si en algo destacaba era en fotografía y diseño de vestuario aunque también destacó en campos como la ilustración, arte por el que fue contratado por la revista Vogue a finales de los años 20 o la escenografía con diseños como por ejemplo la versión de Broadway de la propia My Fair Lady o el de la ópera Turandot.

Beaton nació en 1904, en plena época eduardiana en una familia burguesa pero siempre fue perfectamente consciente de lo que le alejaba de las familias aristócratas, cuyas costumbres reflejaba, en ocasiones maliciosamente, pero cuyo conocimiento le sirvió de gran ayuda para el diseño de vestuario de My Fair Lady y le valió grandes premios por ella tanto en teatro como en cine. Irónicamente a lo largo de su vida retrató a muchas de esas familias de la más alta sociedad incluída la Familia Real Británica.

Se dice que al director George Cukor no le caía muy bien Cecil Beaton pero, afortunadamente, le dejó hacer su trabajo e hizo brillar a Audrey, como ya había hecho brillar a Julie en el teatro, tanto en su papel de florista como con sus diseños desde el vestido rosa palo de chiffon de seda, pasando por el blanco y negro de las carreras de Ascot hasta el vestido de cristal o como le gustaba llamarlo a Cecil "hielo sobre los árboles de Suiza".

¿Y la inspiración de los más de mil trajes de la película? Pues gran parte fue la memoria de su más tierna infancia en la Inglaterra eduardiana, los trajes formales de las mujeres de su familia, las ilustraciones de la época y el "Black Ascot" de 1910 en el que los asistentes fueron de luto por la muerte de Eduardo VII. El resultado fue simplemente espectacular y Beaton disfrutaba especialmente fotografiando a Audrey en los trajes de los figurantes de la escena de la "gavotte" de Ascot en sus ratos libres.

Hasta prácticamente su muerte en 1980 Cecil Beaton estuvo cámara en mano haciendo retratos de celebridades y royals dejándonos un gran legado para disfrute de nuestros sentidos y de futuras generaciones.