Sirenas
Sirenas, las criaturas que Disney puso de moda a finales de los 80 con películas como 123 Splash o La Sirenita tuvieron un impacto en los niños de aquel entonces, así que Mattel hizo realidad nuestros sueños e hizo algunas gloriosas sirenas en los 90. Lo que no imaginábamos es que tan gloriosas criaturas fueran más "oscuras" y tuvieran un vínculo tan fuerte con la muerte.
En español, y en otras lenguas latinas, la palabra "mermaid" (literalmente doncella del mar) no se usa y en su lugar utilizamos "sirena" (quién encadena) por sus orígenes en la mitología clásica en la cuál las sirenas no son mujeres preciosas con colas de pez sinó peligrosas medio-mujeres en cuerpos de pájaro que hechizaban a los marineros con sus deliciosas voces y los llevaban al naufragio aunque en algunos casos también se les otorgaba la función de psicopompos, las que guiaban las almas en el más allá.
A partir de aquí la cosa se vuelve confusa entre diferentes versiones de sus orígenes recogidas en la literatura clásica, representaciones de mujeres pez en Oriente y la incursión del cristianismo que utilizó las sirenas como monstruos relacionados con el mal en bestiarios que incluían sirenas con colas de pez o de serpiente para avisar a "hombres decentes" sobre los "peligros" de la carne.
Probablemente eso jugó con las mentes de los delirantes marineros, algunos enfermos de escorbuto, que confundieron sirenas con manatíes como le pasó a Cristóbal Colón.
Después de todo el mito ha estado en constante evolución con historias y leyendas locales hasta la imagen endulzada que tenemos hoy en día. Influenciadas por muchos artistas desde los prerafaelitas pasando por los cuentos de Hans Christian Andersen y hasta el imaginario de Disney, las sirenas poco a poco fueron encajando con un colectivo que, desde la época victoriana, creció como un grupo en necesidad de sus propios derechos para preservar su inocencia, los niños.
Quizás fue un shock para los niños de los 80 y 90 enterarnos de las oscuras historias que dieron vida a nuestros cuentos favoritos pero, por lo menos, pudimos soñar libremente con coloridas Barbie sirenas a quienes vestíamos para un cocktail solamente con sacarles la cola y, si no bajo el mar, más de un chapuzón se dieron en nuestras bañeras.
En español, y en otras lenguas latinas, la palabra "mermaid" (literalmente doncella del mar) no se usa y en su lugar utilizamos "sirena" (quién encadena) por sus orígenes en la mitología clásica en la cuál las sirenas no son mujeres preciosas con colas de pez sinó peligrosas medio-mujeres en cuerpos de pájaro que hechizaban a los marineros con sus deliciosas voces y los llevaban al naufragio aunque en algunos casos también se les otorgaba la función de psicopompos, las que guiaban las almas en el más allá.
A partir de aquí la cosa se vuelve confusa entre diferentes versiones de sus orígenes recogidas en la literatura clásica, representaciones de mujeres pez en Oriente y la incursión del cristianismo que utilizó las sirenas como monstruos relacionados con el mal en bestiarios que incluían sirenas con colas de pez o de serpiente para avisar a "hombres decentes" sobre los "peligros" de la carne.
Probablemente eso jugó con las mentes de los delirantes marineros, algunos enfermos de escorbuto, que confundieron sirenas con manatíes como le pasó a Cristóbal Colón.
Después de todo el mito ha estado en constante evolución con historias y leyendas locales hasta la imagen endulzada que tenemos hoy en día. Influenciadas por muchos artistas desde los prerafaelitas pasando por los cuentos de Hans Christian Andersen y hasta el imaginario de Disney, las sirenas poco a poco fueron encajando con un colectivo que, desde la época victoriana, creció como un grupo en necesidad de sus propios derechos para preservar su inocencia, los niños.
Quizás fue un shock para los niños de los 80 y 90 enterarnos de las oscuras historias que dieron vida a nuestros cuentos favoritos pero, por lo menos, pudimos soñar libremente con coloridas Barbie sirenas a quienes vestíamos para un cocktail solamente con sacarles la cola y, si no bajo el mar, más de un chapuzón se dieron en nuestras bañeras.